Científicamente está comprobado que el hombre solo, perece. Necesitamos del grupo para desarrollarnos en todos los ámbitos de la vida. La educación no escapa del principio de comunidad y es precisamente el Aprendizaje Colaborativo, una metodología para propiciar el encuentro de saberes.
Necesitamos de otros por los siguientes motivos:
- La necesidad de compañía de un individuo similar (socialización y convivencia).
- La necesidad de cubrir nuestros requerimientos a partir de las habilidades de otros seres humanos. Si en una isla naufragan dos individuos es muy probable que uno sea hábil para pescar y el otro para cocinar. Al final, el que trabajó para pescar sacia el hambre de ambos y el que cocina hace más placentero el comer a través del procesamiento de los alimentos.
- La necesidad de comunicarse (expresar).

Con el pasar de los años, se ha entendido que el proceso de aprendizaje, aunque es un fenómeno individual, tiene un sentido social en el que las interrelaciones en comunidad hacen que el conocimiento sea de todos y para todos. De nada sirve, saber cómo curar un catarro si esos conocimientos no son puestos al servicio de la comunidad.
Según el compilado Aprendizaje Colaborativo disponible en: http://saia.uft.edu.ve/ead/mod/book/view.php?id=419437 aprender es un proceso en el que los sujetos adquieren conocimientos, habilidades y actitudes para sobrevivir y responder a los cambios en el medio, evolucionar, transformar y progresar. En este sentido, el aprendizaje más allá de acumular conocimiento es la forma en que los seres humanos hacen propio dicho conocimiento, cómo éste lo percibe, reconoce e internaliza.
Por otro lado, es innegable separar el aprendizaje de la enseñanza, que es la acción a través de la cual se ponen en práctica estrategias de emisión para impartir el conocimiento a otros. Por consiguiente, la relación enseñanza-aprendizaje cobra sentido en la educación.
Durante muchos años las modalidades educativas se enfocaron en la emisión, es decir, en el proceso de enseñar y se dejó a un lado la recepción, o lo que es lo mismo, el proceso de aprender. Con el surgimiento de teorías centradas en el estudiante, se comenzó a planificar a partir de las necesidades de quienes recibían el conocimiento.
En base a lo anterior, no podemos entender la propuesta de la educación desde la recepción si primero no nos situamos en el antecedente del cambio de paradigma en el proceso de comunicación. Desde mi perspectiva, como docente y comunicador social, la comunicación se produce desde la recepción del mensaje y no desde la emisión, es decir, si el mensaje no es entendido no habrá una respuesta, indiferentemente de su calidad de codificación.
Por consiguiente, vemos como el término aprendizaje (recepción) cobra importancia por encima de la enseñanza (emisión), aunque yo soy de los que creo que no pueden separarse. Desde siempre, hemos creído que la comunicación está determinada por el rol del emisor. Es por ello que, alimentamos el falso dato de que seremos mejores estudiantes en la medida que tengamos buenos maestros. Siempre, le hemos acarreado responsabilidad a quien supuestamente emite información, sin entender que el proceso de comunicación es eficaz en la medida en que el receptor recibe el mensaje, lo entiende y puedo emitir una respuesta.
En función de lo anteriormente planteado, vemos que las modalidades, las estrategias y los objetivos del proceso enseñanza-aprendizaje deben dirigirse a concretar la tan nombrada democratización, haciendo que la comunicación sea horizontal y no vertical. La verticalidad propone que un emisor (Docente) emite información de arriba hacia abajo (Participantes), sin ninguna posibilidad de retroalimentación, mientras que la horizontalidad propicia que tanto los docentes como participantes se encuentren “frente a frente” para juntos producir conocimiento a través de una relación dialógica.
En este sentido, los actores del proceso de enseñanza-aprendizaje deben ir más allá de la mera transmisión de información y experimentar un proceso de comunicación educativa en el que el fin sea la recepción del mensaje para estimular la realimentación.
No podemos centrar el éxito de la educación desde la magistralía del docente sino desde las necesidades reales de quienes se disponen a ser parte del proceso enseñanza-aprendizaje. Creo que el valor de la modalidad de educación a distancia radica en que logró hacer tangible el principio de la educación desde la recepción, ya que adecuó el medio a las necesidades reales de una generación para quienes la tecnología ya no es un lujo sino una imperante necesidad.
Es en la democratización de la educación que interviene la importancia del aprendizaje colaborativo como un proceso de socialización en el que el conocimiento se adquiere a través del pensar, sentir y actuar, y en función de que el individuo crezca, sobreviva y se desarrolle en comunidad. Es así como no podemos ver el proceso de aprendizaje como una simple forma de acumular conocimientos a través de acciones individuales y aisladas sino como el punto de encuentro de varios individuos con marcos experienciales y cognoscentes que, a través de una relación dialógica, asimilan el conocimiento a través de la producción de ideas.
Es precisamente el aprendizaje colaborativo una forma de:
Es por ello que, Ferreiro (2000) citado en http://saia.uft.edu.ve/ead/mod/book/view.php?id=419437 refiere que la escuela debe preocuparse cada vez más por enseñar a los alumnos a relacionarse y participar. Por consiguiente, el docente funge como una guía, un mediador, y no como el “sabelotodo” que llena de conocimiento a unos estudiantes, vistos como elementos pasivos en el proceso de comunicación. Esta es la verdadera visión constructivista.
Según Ferreiro (2000) el papel del docente en el aprendizaje colaborativo logra:

- Al relacionarse con el estudiante, se favorece el aprendizaje al estimular el desarrollo de potencialidades. No es un amigo ni un padre. Es un docente accesible.
- Corrige funciones cognitivas deficientes. En el proceso de construcción, personaliza los aspectos que cada estudiante debe mejorar y refuerza aquellos que lo benefician.
- Agente de cambio. Propicia el cambio de estado inicial de no saber, no hacer o no ser. De esta manera, se impulsa al estudiante, visto como un ser humano a evolucionar en el proceso de logro de objetivos.
Igualmente el docente genera conciencia grupal de las metas pautadas, haciendo a todos los participantes corresponsables del proyecto. De esta manera, enseña pero al mismo tiempo se convierte en un elemento activo que aprende en el contexto en que se encuentra.
Según Johnson (1999) citado en http://saia.uft.edu.ve/ead/mod/book/view.php?id=419437 el docente en el aprendizaje colaborativo, cumple los siguientes roles:
No hay comentarios:
Publicar un comentario